Nuestra experiencia en la SS

La SS nos financiaba dos intentos de FIV siempre y cuando no hubiese cumplido los 39 años.

Por aquél entonces cuando me incluyeron en la lista de espera tenía 34 años, y ya me avisaron que estaría dos años en la lista hasta que me llamaran. La inclusión en la lista fue muy sencilla, en el médico de cabecera contándole la experiencia que habíamos tenido (en la clínica privada en la que empezamos los FIV) ya nos imprimía una hoja que había que dejar en recepción, y ya está.

Nos costearon algunas analíticas también, ya que había sufrido dos abortos. Entre las analíticas estaban la de nuestros cariotipos (si genéticamente hay algún problema) y hemofilias para mi (aunque me dijeron que cada año se descubren nuevos tipos de hemofilias). Como todas las pruebas a las que nos sometimos, los resultados eran normales.

Para pasar consulta en reproducción por la SS, teníamos que ir 30 km con el coche hasta el hospital comarcal. Allí era imposible encontrar aparcamiento gratuito, y el de pago podía costar fácilmente 5 euros por un par de horas.

Nos daban un teléfono al que llamar y un número de expediente para pedir cita, o para llamar con los resultados, o … pero ese era un teléfono imposible. O daba tono de comunicando, o nunca lo atendían. Llegué a marcarlo más de 60 veces en el transcurso de la mañana (sólo trabajaban los de repro por la mañana) para avisar que me había venido la regla tras el ciclo de la punción y para ver cuándo iba a consulta para hacer el ciclo de la transferencia.

La medicación que tenía que tomar también la financiaba, en el mismo hospital me facilitaban en la planta sótano las dosis justas que debía pincharme. Y el meriestra, me lo daban en forma de volante para ir a la Farmacia.

Nos daban las citas a cualquier hora por la mañana a partir de las 09:30 am, porque las punciones empezaban las primeras a las 08:00 (como en tropas las clínicas a las que nos hemos dirigido).

Las citas eran en la consulta número 5 (no valen las rimas eh?), que estaba en la planta 3, de las embarazadas y partos. Así que nos hacían esperar nuestro turno (a veces hasta dos y tres horas) en un pasillo de pie (ya que no había sillas), viendo embarazadas entrar y salir, familiares comentando el parto y escuchando los llantos de los pequeños neonatos.

En consulta y control ecográfico podíamos ver a 4 ginecólogos distintos, según turnos. Sólo una enfermera, que era la que nos hacía pasar y acompañaba en la consulta, nos conocía por nombre, pero siempre pensé que estaba sobre-estimulada (como con sobredosis de cafeína).

El día de la transferencia tuve suerte de entrar la primera en quirófano. Para mi sorpresa no usaban anestesia general – ni sedación general, así que despierta me enteraba de todo el proceso … !!! y vaya que si me enteraba !!!. Dolía hasta arriba por las costillas en forma de puñaladas.

Fue la recuperación de ovocitos más baja en número que hice nunca (sólo 10, 8 maduros). Normalmente conseguía 20 o más, y en los controles ecográficos tenía como siempre los ovarios muy cargados.

Pero retrocediendo la mirada, creo que el doctor no me quería inoportunar más en la punción (daba saltos en el potro en cada puñalad-pinchazo que sufría), especialmente después de haber escuchado una conversación en el pasillo entre enfermera y administrativa, donde se quejaban de la máquina que succionaba los ovocitos (el técnico que venía a arreglarla venía de lejos, Sevilla o no sé, y les demostraba a los funcionarios que funcionaba con agua, succionaba bien el agua, pero claro … no cuando había algo con mayor viscosidad fallaba. Ya había ido para arreglarla varias veces con el mismo resultado).

Después me pasaron a una habitación con otra chica que le habían hecho una punción también, justo después que a mí.

No nos dejaban irnos hasta que hubiésemos orinado, y me costó muchísimo (nunca había tenido problemas en este sentido, pero esa vez sí). Quería salir de allí desesperadamente, y lo conseguí dos horas después que mi compañera.

Por la tarde empezó un dolor como de regla a lo bestia, sobre las rodillas y mordiendo la almohada a pesar de tomar analgésicos. Compresa puesta por el sangrado también. Pude pedir ayuda a mi madre (mi marido trabajaba, claro) y en cuanto llegó el a casa fuimos a otro hospital privado (atendía por aquél entonces urgencias ginecológicas también).

Quedé ingresada para analgesia esa noche, también porque los leucocitos andaban en más de 25 millones.

El ciclo pedí yo que fuera en diferido y menos mal, porque los resultados de las hormonas tomadas antes de la punción también lo desaconsejaban, andaban en valores altísimos.

La transferencia de los embriones sucedía directamente en la misma consulta 5, no en quirófano.

Debo decir que por un lado sentí que perdí el tiempo allí, pero por otro aprendí bastante. Aún así la valoración en conjunto cae más en lo negativo, especialmente cuando hablamos en consulta de reproducción en otro hospital privado de Málaga, con un ginecólogo que también trabajaba en reproducción de la SS, que decía que congelar los embriones en la SS es lo mismo que tirarlos a la basura. Así que yo, que siempre iba en diferido, tenía que congelar mis embriones, pues os podéis imaginar cómo me sentí (tenía la sospecha desde que mi marido vió el laboratorio de la SS y me dijo cómo de precario era).

Muchas veces después pensé que quizás podía hablar con ellos para que me dieran la medicación y hacer el resto del tratamiento FIV en lo privado. Sólo con la medicación financiada, me podía ahorrar unos 600 euros. Nunca me atreví, quizás por el mal sabor de boca que me dejaron.

Tenían buenos profesionales (aunque no querían ni oír hablar de prednisona, ni problemas inmunológicos, ni adelantos técnicos …), poca consideración con las que esperábamos en el pasillo y veíamos como a pesar de llevar retraso de más de dos horas, hacían pasar al representante farmacéutico de turno y creían arreglarlo con que la enfermera nos regalara una caja de vitaminas prenatales (que por otro lado podía comprar 2 cajas con lo que me costaba ya el parking) – todavía me acuerdo de la marca, y de hecho nunca las compré por tirria (já!), compré las de su competencia tanto prenatales, de embarazo y de lactancia – jejeje.
Pero lo más frustrante es su laboratorio más que precario, y sin lugar a dudas, lo más importante para mi a la hora de escoger una clínica de fertilidad, es su laboratorio. Ellos no tenían para hacerle la eclosión asistida o hatching, no tenían embrioscopio, no tenían para vitrificar, … los embarazos conseguidos con congelados era casi nulos según comentarios de otro doctor.

En fin, espero haberos ayudado. Si tenéis alguna duda o comentario que hacerme, podéis dejármelo en el apartado de comentarios.